Caminaba sin sentido. Sin intención de llegar a un lugar específico o destino certero. Es que soy callejero y me gusta perderme, creo que la magia está en perderse. La ciudad “sobre el agua” de Kampong Ayer es única en varios aspectos. Está construida sobre pilotes de madera y su totalidad está dispuesta sobre el Rio Brunei. Las más de 4000 casitas que la componen están conectadas entre si mediante puentes / pasarelas de madera, sin mucha ordenación territorial o cuadricula certera, solo fueron levantándolas donde la marea les permitiese. Una por aquí, otra por allá y miles de caminitos precarios uniéndolas como rutas desperdigadas sobre un manto liquido en movimiento. Con sus mezquitas, sus comisarias, estaciones de bomberos y escuelas, la misma se posiciona como ¡la ciudad acuática mas grande del mundo! ¿Ya dije que me encanta perderme en lugares nuevos? ¿Y que me gusta lo raro? ¡Listo! ¡A caminar se ha dicho! Una vuelta para la derecha y otra para la izquierda, ni idea adonde me estoy metiendo, tampoco me importa. Tengo mi cámara de fotos y agua en la mochila, un sentido de orientación agudo y una afinidad por lo bizarro. ¿Hace falta algo más? Esquivaba una madera medio podrida, saludaba a un vecino y observaba atentamente la superficie con el fin de divisar algún cocodrilo (hay muchos). Mi cabeza se llenaba de preguntas… si comprás un lavarropas nuevo en Fravega ¿que chance hay de que concretamente llegue hasta la puerta de tu domicilio? Y si adquirís algo en Amazon ¿te lo envían con un drone guiado por GPS desde el aire? ¿La casa se mide por metro cúbico? ¿La escritura de propiedad te la emite un notario de Atlantis? Sigo deambulando a paso firme. Los llamados a plegaria inundaban el ambiente salino. Mis sentidos más despabilados que nunca. Todo era único ante mi limitado sentido de interpretación occidental y lo encontraba sencillamente fascinante. Anzuelos colgando con un trozo de carne en un patio de un residente con fin de pescar un cocodrilo. Muchos gatos a la deriva y señoras que volvían de hacer las compras en bote (es que las mejores ofertas se encuentran en los canales de la periferia). Residentes que saludan una y otra vez. Gente muy amigable. Seres fuera del Status Quo.
Amo perderme (y ni ganas de encontrarme).