Joseph Stalin decidió construir un bunker secreto en Samara, por si acaso Moscú caía en manos de los nazis. Así podría trasladar la capital allí durante la “Gran Guerra Patria” (o como la llama el resto del planeta, la II Guerra Mundial).
Encontrar la entrada era como jugar al escondite con un ninja. Buscas un callejón, das una vuelta, y justo ahí, medio camuflada, aparece una puerta de chapa que no parece tener más importancia que el baño de un bar rutero.
Sus 37 metros de profundidad, sus diferentes niveles y los 4000 obreros que trabajaron en secreto retirando tierra de noche parecen detalles menores. Lo que realmente sorprende es que nadie te advierte sobre lo más retro-soviético: la boletería del bunker parece sacada del cine Gran Mar del Mar del Plata durante el estreno de Rocky I.
¡Compra tu entrada y prepárate para una experiencia de bunker que no incluye pochoclo, pero sí un master plan soviético!