Caminé por el monte entre trincheras y cables de comunicaciones argentinos hasta llegar a un mortero de fabricación nacional que apuntaba hacia el Puente Merrell, sitio donde ocurrió una de las últimas batallas antes de que se produzca la rendición de Benjamin Menéndez ante Jeremy Moore.
Me desplacé en soledad por ese paraje desolado pensando que si bien estábamos en verano hacían 4 grados y me estaba cagando de frío. Imágenes vistas centenares de veces en la tele cruzaron por mi cabeza. Los rostros gélidos de aquellos pibes que ya no volverán y el aire nostálgico de algo que no pudo ser me llevaron a derramar una lágrima. QEPD.