Viajar sujeto a espacio es una aventura bizarra en si misma. Ante vuelos llenos, uno va buscando alternativas viables que te vayan acercando a destino (solo subís si hay lugar). Dubai – Frankfurt (6:45 horas de vuelo), correr por el aeropuerto de punta a punta ya que en una hora hay que subirse al Frankfurt – Amsterdam (1 hora de vuelo). Meterle pata otra vez, una hora nuevamente para enganchar el Amsterdam – St. Marteen (9 horitas de vuelo) y de ahí finalmente el que te deja en Curazao (hora y media de vuelo más). Estoy medio mareado, es que retrocedí 8 horas en el tiempo; dormí tres veces para el traste no más de una hora cada vez; comí como 5 veces sin saber si en realidad tenía hambre o no; me escuché la discografía casi completa de Alice Cooper y me vi la película MEG (Jason Stathan haciéndose el tierno con una niña china mientras le hace un mano a mano a un tiburón del tamaño de un camión fue una experiencia cinematográfica surrealista). Cansado, medio deshidratado y cayendo en la cuenta de que la distancia desde Medio Oriente al Caribe es casi casi comparable con la de la Tierra a Marte, me saqué todo y me tiré un clavado en el Mar de las Antillas (no doy más).
Agotado en el Caribe Sur.