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La Biblia & La Mancuerna

Un viaje que empezó bastante bizarro. Al llegar al aeropuerto, me dijeron que me suba al bus número 8. Resulta que había varios números 8 y terminé en la otra punta de la isla. En medio de una noche oscura, no me quedó otra que pagarme un transfer para volver a mi destino originario, el cual me vacunaron con 100 USD. No sólo eso, sino que el chofer era fanático de las películas de FRANCHELA y al enterarse de mi nacionalidad, no paraba de contarme gags y chistes fáciles de Guillermo, esperando que me riera yo también. Al llegar al hotel, me puse una toalla en la cabeza para secarme y sin darme cuenta, enganché un ventilador de techo que por poco no termino arrancándolo de cuajo. Para relajarme, fui al gym y resulta que el instructor era un fisicoculturista fanático religioso que cantaba en voz alta canciones sobre la salvación divina (incluso llegó a bajar el volumen de la música que sonaba de fondo para poder cantar más fuerte y que lo escuchen todos). En una mano una mancuerna y en la otra la BIBLIA. Mientras me dedicaba a hacer dorsal tras nuca, comenzó a predicarme evangelios que, según él, Jesús le había encomendado hacerme llegar en forma personalizada. Para cuando estaba con los tríceps, el tipo levantaba las manos y gritaba: «Oh Dios, muéstrame las palabras correctas para hacerle llegar el mensaje a MEMO de Argentina». Para cuando estaba con los abdominales, me comenta que el solía ser beisbolista y que con tal de poder ser reclutado por la Major League de Baseball de los Estados Unidos, practicaba el SATANISMO, vendiéndole su alma a Lucifer. Gracias al Todopoderoso pudo encaminarse y ahora dirige un templo evangelista en los ratos en que no se dedica a levantar peso en el banco plano.

Me olvidaba, aparte me quedé afuera de la habitación con la llave puesta de adentro y las almohadas estaban empapadas de olor a vómito del que se alojó antes. Un empleado del hotel me encaró para pedirme a la fuerza que le regale mis bermudas (ya que le gustaban) y minutos luego, se desató una tormenta tropical sin precedentes. Mis primeras horas en República Dominica fueron definitivamente bizarras.