Hacía un rato nomás que sonaban clásicos de Inxs por los parlantes. Manejaba del lado derecho y la ventana baja dejaba entrar una tímida brisa. De golpe, me pareció ver un gato medio raro cruzando la ruta. Era cabezón y muy simpático. ¡Momento, es un KOALA! Si, definitivamente estoy en Australia.
Prosigo un par de kilómetros más. Pierdo la cuenta de cuantos. Una curva, un acantilado majestuoso y frente a mí: «Los 12 Apóstoles». La erosión hizo lo suyo y actualmente solo quedan 8, pero la gente los sigue llamando con su nombre originario. Algo así como el «Espigón Celusal» de Mar del Plata.