Da la casualidad que siempre, pero siempre, para mi cumpleaños llueve. Toda mi infancia fue marcada por chubascos en la jornada de mi natalicio, haciendo que decenas de jovencitos alocados deban correr adentro para resguardarse de las gotas. Con las patas sucias, embarrados y con actitudes delincuenciales juveniles, mi pobre madre debía reordenar el comedor y el living para que no le rompamos los adornos o le ensuciemos con torta los sillones. Pero un día llegó a oídos nuestros el mito de la “Cruz de Sal”. Había que formarla con sal gruesa, al aire libre, para que los poderes mágicos celestiales de esta detengan el avance del mal clima. Milagrosamente, a partir de mi aniversario número 5, las lágrimas del cielo dejaron de caer (y así sucedería por el resto de mis cumples). El clima tropical de Seychelles funciona de manera similar, es decir, llueve y sale el sol cada media hora aproximadamente. Me cansé. ¿Y si la Cruz del Clima funciona también en el paraíso? A ver… CREER O REVENTAR.
