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Contame desde el principio…

Me senté y me relajé. No daba más de caminar. Me reía solo recordando la conversación con un chofer de bondi eslovaco del día anterior. Le pregunté si me dejaba en el aeropuerto de Viena y este me respondió que mejor me tome el bus de atrás (señalando) porque era más barato y el servicio era superior (te ofrecían te o café). AMO EL PRIMER MUNDO. Mi mente volvió al presente. Me pedí un tecito con una torta para acompañar. Ahí, en esa mesa de ese mismo café de Viena donde solía sentarse a escribir sus ideas SIGMUND FREUD.

“Vamos a darle un cierre a tu edipo bizarro”.