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¡Una que sepamos todos!

La primera vez que escuché a la banda alemana Scorpions, fue allá lejos por el ‘89. Era chico, unos 11 añitos y mi amor por el rock ya tenía cimientos sólidos e inamovibles. Siempre me gustaron, aún cuando se pusieron hiper comerciales con su balada “Wind of Change”. Desde 1990 que esa intro con silbido, logró convertirse en un himno de paz, marcando un tiempo de cambio hacia la transformación de la ex Unión Soviética. Su líder Klaus Meine (una cruza extravagante entre Jacobo Winograd y Guillermo Vilas) arrancaba entonando: “Sigo el Moskva hasta el Parque Gorky (“I follow the Moskva, down to Gorky Park”)” y esa frase nunca se me fue completamente de la cabeza. Sabía que el parque era un famoso espacio recreativo, pero este tal “Moskva” no me terminaba de cuadrar por ningún lado. ¿Quién mierda era ese tipo? ¿Un líder político al que todos debían seguir con fin de hallar la conciliación universal? ¿Una canción popular rusa que te atrapa y no podés dejar de acompañar? Ni idea. Hoy caminaba por esta bella ciudad y de pronto, me topé con un rio que la cruza de punta a punta. Dividiendo Moscú en dos, el cauce terminó por matar mi golpe de ignorancia vintage con 25 primaveras de demora. El afluente MOSKVA tiene una costanera muy bonita, que si uno la sigue, a lo largo de ésta se llega al GORKY PARK. Dos décadas y medias sin entender un clásico del rock y tener que venir al origen del mismo para pegarme un mazazo de ilustración y despabilarme. Tarde, pero seguro. Seguí el río, llegué al parque y encontré la paz (es que estuve pateando por más de 8 horas y realmente necesitaba sentarme a descansar). También silbé el tema y luego me reí un rato de que hubiese sido mucho más simple consultar una enciclopedia o más adelante, Google. Pero no, lo mío siempre tiene que ser BIZARRO.

¡Aprendizaje práctico!