Pensé, pensé que quería y una vez lograda la coherencia entre idea y acción caminé alrededor de su grueso tronco separado de la vereda por un sobrio canterito hasta llegar frente a su máximo grosor, concentrarme, buscar fuertemente en mi interior y escribir mi idea, hasta que de golpe, en medio de ese esotérico momento patrocinado por el templo del vecindario, un cartel logró cortarme la inspiración de “raíz” que leía: “EL ARBOL DE LOS DESEOS SE ENCUENTRA BAJO REHABILITACION”.
Puede fallar…