Un viaje al apocalipsis del salitre. Epecuén, Prov. Bs. As. un lugar diferente a todo lo visto hasta ahora. Imágenes de la desolación cotidiana; un abandono de artículos para el hogar de los ochentas; arboles petrificados y un cementerio sin muertos. Un pueblo fantasma bizarramente nevado en verano, que visualmente se muestra como el paraíso del fotógrafo. Un lugar diferente.
Resulta que cuando el agua tomó posesión del suelo se encargó de llevarse consigo, tiempo después, a los finados. Como una ola que rompe en la costa y en tu retroceso empuja costras, cangrejitos y algas; en esta ocasión, arrastró parientes, amigos y concubinos hacia el misterioso y silencioso lecho de sus profundidades. Qué rareza de la vida (o de la muerte). Un lugar preparado para depositar los restos de un ser querido, que ahora sólo muestra la carcasa del huevito Kinder, donde el juguetito de adentro se fue flotando para definitivamente, nunca más volver. Tumbas vacías. Nichos sin contenido.