La magia bizarra sucede siempre en el lugar menos pensado. Cuando uno menos lo espera, ahí está (abre tus ojos). ¿Qué hace el viajero promedio cuando se larga a llover y no quiere mojarse? ¡Se mete a una iglesia! (obvio) Ese templo de fe perdido en algún rincón de Brujas, Bélgica me recibió con los brazos abiertos. En un recoveco había un espacio de MEDITACIÓN con una luz de NEÓN que simplemente respondía «SI» a todas tus dudas existenciales. En la otra punta, justo al lado del confesionario, había un CAFECITO llamado «Magdalena». Si hasta ahí no podía creer lo que estaba viendo, la cuota divina vino al dar con una HAMACA montada en el centro de la iglesia. Todos estaban invitados a columpiarse y sentir el empujoncito de Jesús en cada vaivén. Juro que nunca me había divertido tanto en un templo religioso en mi vida.
PREGUNTA: ¿Que hace entonces un agnóstico en una iglesia?
RESPUESTA: ¡La pasa genial!
Puedo decir que me hamaqué en un columpio hecho con un tronco bendito que cuelga del centro del techo de una iglesia belga. De sumar experiencias va la vida.
NOTA: Mi rostro denota estar a un paso de tener un infarto bizarro (no todos los días se vive algo así).