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Casi Casi

El traslado en espacio y tiempo hacia la Provincia de Córdoba fue muy veloz, mientras que los kilómetros que me separaban de aquel lugar en la quinta dimensión, conocido terrícolamente como “Los Terrones”, hacía que mi ansiedad se incremente suavemente como un termómetro de inquietud. El sitio llegó a mi huella (o mi pisada a su suelo) para posicionarme globalmente en un milenario valle, rodeado por alocadas formas geológicas, que invitaban a la ladina imaginación a dar una vuelta de vez en cuando por aquella zona de similitudes picarescas. Caminé, escalé y hasta incluso trepé sobre elevadas rocas en búsqueda del portal bidireccional que me permitiera ingresar a esa colonia alienígena intraterrestre. Puesto que mi chata y limitada presencia en la tercera dimensión, no solo me hacía ver el universo en blanco y negro, sino más bien ni siquiera permitía poder palparlo, me paré en un elevado acantilado y levanté mis manos en el aire, implorándole al portero de dicha aldea oculta, al gran sol y hasta al inamovible “jopo” de Guillermo Andino (pasan las décadas y sigue desafiando toda ley evolutiva posible) que por favor me dejaran pasar.

Encontré el portal ERKS (Encuentro de Remanente Kósmico Sideral), sin llegar a consumar el éxito e ingresar a su ciudad oculta (ubiqué el portal, pero no divisé el timbre). Cosas que pasan. O que pasan en un universo paralelo…o en una dimensión de mayor densidad…o lo que sea…