Cafés, cafecitos y casas de té. Uno ha visto unos cuantos a lo largo de su vida. Unos paquetes, algunos no tanto y ese clásico de la esquina del barrio con esos mozos inmortales que a esta altura, parecen momificados. De moñito, más informal y chicas con bandejas en rollers. Las cadenas franquiciadas y los anti sucursales. Los que no quieren expandirse y los que cambian las palabras, sustituyendo un cortado y una madalena por un “decaf caramel macciato y un muffin”. La Biela, el Tortoni y la confitería “Cristal” allá olvidada en el tiempo de la calle Güemes en Mardel (las porciones de tortas eran enormes). Un día me di una vuelta por Budapest y pasé por el “Café New York” de la calle Erzsébet. No sabía si sentarme a tomar algo o pedirlo para llevar mientras hacia un tour por las instalaciones.
“Cafés eran los de antes…”