La vida. Ese esquema que nuestras almas escogen en un “brainstorming” antes de nacer. Allí trazan las enseñanzas, los aprendizajes, los odios y los amores. Todo suma. Lo bueno y lo malo, aunque siempre lo malo resulta ser lo más didáctico. A los porrazos las cosas quedan asentadas. Hay un lineamiento general pautado. Así como si fuera una autopista de experiencias a desarrollar. Uno puede desviarse para un lado o para el otro. Puede tomar una salida por colectora, doblar en la rotonda o subir el puente, pero a la larga, siempre va a terminar pasando por cada estación asignada. Las mismas son etapas. Hay que transitarlas si o sí. No pueden esquivarse. Las etapas buenas son geniales mientras que las malas, son las más duras. Todo aporta para esta capacitación terrenal. Todo. Hay etapas más largas y otras más cortas. El tiempo no existe. Todo se mide por vivencias. De aquí vengo y hacia allá voy. Lo importante es ser consciente de que parada acaba de pasar y cuál es la próxima a descubrir. Como pueblos dispersos a lo largo de la Ruta 2. Como estaciones de metro de la Línea D. Como faroles chinos unidos por el mismo cable.
Etapas / Estaciones.