Nunca fui una persona acomodada. No vengo de una familia de millonarios. No heredé campos ni empresas exitosas. No soy el sobrino de algún ñoqui en el gobierno. No conozco a “fulanito” ni a “menganito”. Es más, cada día me esfuerzo en no conocer a nadie más. A pesar de ese panorama poco afortunado, nunca bajé mis esperanzas en cuanto a alcanzar mi más profundo anhelo: Conocer el mundo. Y así, un pibe común y corriente, hizo hincapié en lo único que sí pudieron darle sus padres: UNA EDUCACION (la informal, puesto que las institucionales generalmente me brotan de psoriasis). Con esa simple arma, mucho ingenio y más ganas que fútbol, hoy, puedo decir que LO LOGRE.