En un rincón perdido de alguna parte de Lituania. Cuenta la leyenda, que un padre que no sabía cómo curar la enfermedad de su hija, tuvo una revelación del mismísimo Jesús. En la misma, el todopoderoso le dijo que debía tallar la cruz más grande que pudiese y arrastrarla hasta una colina ubicada a 13 horas caminando de donde se encontraba. Al volver luego de su cruzada, se encontró con su niña milagrosamente sanada. De ahí la leyenda fue creciendo y hoy, feligreses de todo el mundo se acercan hasta ese emplazamiento a clavar su cruz. Ninguna es removida y así, año tras año, el número no para de crecer. Esta es la historia del menos creyente que se fue a conocer el lugar más devoto del planeta y al llegar allí, ¡la pasó genial!
La divinidad bizarra a la orden del día (cuanto más raro, mejor).