¿Viste ese momento de tu vida en que todo y todos te tienen las bolas llenas? ¿Te acordás de esa instancia donde no te importaba un carajo los problemas ni los planteos de la gente? ¿Ubicás ese segundo donde desearías estar bien, pero bien lejos? Ahí es cuando mi mente me transporta a esa esquinita que una vez me crucé caminando por algún lugar lejano. Donde a las cuatro de la tarde el solcito pegaba divinamente e invitaba a sentarte. ¿Un cappuccino? ¡Dale! ¿Y el resto del planeta?
-Me pasas el azúcar por favor-
(no es que no te conteste porque sea colgado, es que solo estoy buscando una mesita libre en el fondo de mi cerebro).