La antigua estación central de ferrocarril de Budapest fue una gloria arquitectónica en sus épocas doradas. Desde 1877 y bajo la construcción de la Compañía Eiffel (si, el de la torre) marcó el centro neurálgico de la vibrante ciudad. Gobiernos fluctuosos, crisis económicas y conflictos bélicos varios, la fueron empujando hacia el olvido. En la actualidad, ya no presenta esa magnificencia de sus comienzos, aunque logró preservar un UNICO espacio casi intacto. La concesión del “restaurante de la estación” a un nuevo explotador gastronómico, muestra una fusión de modernidad y conservación inédita para un local de comida chatarra. ¡El Mc Donalds más coqueto del mundo!
Dicen que después del chino mandarín, el húngaro es el idioma más difícil de aprender en el mundo. Me llamó la atención la primera vez que lo vi. La segunda, ya pensé que algo extraño estaba pasando con ese lenguaje ultra complejo. Que un “forro” por acá y otro profiláctico por allá. Incluso, ya estaba desarrollando ideas de comercio exterior, como exportar forros de Argentina a Hungría, ya que allá conozco unos cuantos y por acá, parecen ser cotizados en cada confitería por donde pasaba. De golpe empecé a dilucidarlo, al ver que en un lugar vendían CHOCOLATE DE FORROS. Hay días en que no entiendo nada de nada, pero otros, soy una luz.
FORRO = CALIENTE.
Es verdad, el húngaro es un quilombo.
PD: Les debo el «frio».