Me gustan los museos diferentes y cada vez que mi camino se cruza con uno, me tiro de cabeza. En cualquier muestra se pueden ver cuadros, estatuas o joyas. Pero hay uno solo que recopila historias de relaciones humanas truncadas junto al objeto determinante que las marcó. Cientos de relatos reales de todo el mundo. Narraciones en primera persona; algunas muy tristes, otras graciosas y finalmente, las «distintas».
«Ella quería aprender a saltar en paracaídas. El fue su instructor. Se pusieron de novios. Un día, en uno de sus saltos de rutina, el paracaídas de su enamorado no se abrió. Fin de la relación». El arnés del fatídico accidente presente como representante fiel de una relación que no pudo continuar…
¡Me gustan los museos bizarros!