Los “Sadhu” retenían mi atención. Me sentía hipnotizado por estos seres poco convencionales. Si yo muchas veces me cago en los estereotipos, creo que estos, se saltearon ese paso para proceder a tirar la cadena directamente. Los más devotos suelen hacer retiros en algún nicho por ahí o en pequeñas cuevas naturales sobre alguna montaña cercana. Solo meditan y duermen sin moverse del mismo lugar. Pueden llegar a estar hasta tres meses en ese estado, donde incluso, renuncian a comer y beber. Los tipos ayunan 90 días seguidos. Parece ser que bajan su ritmo cardíaco hasta casi no necesitar respirar y de esta manera, no requerir ingerir líquidos para hidratarse (la tenés adentro Gatorade). Pensaba con que se encontraría cada una de estas entidades místicas al evacuar su capullo de trance, tomar un vasito de agua luego de mucho tiempo y degustar algún vegetal. ¿Qué tendría para decir? ¿Qué información traería desde el más allá? ¿Algún mensaje de Shiva? El primero que me topé me saludó y yo le devolví el gesto. Me dedicó una bendición en su idioma y extendió su mano para sostener mi vida, mi obra, mi libro. Tres meses en trance para salir y encontrarse con Bitacora Bizarra (el drama y la comedia).