• MENU
  • MENU

Sin Escape

Por momentos, caminando en Skagway me sentía un John Wayne Rambo en la primera de las secuelas, buscando liberación entre árboles, lagos y rocas. De a ratos, impresiones mentales de un Kevin Bacon en “Río Salvaje”, llevan a un retroceso histórico hasta esa tarde que uno vio tal película por primera vez. Finalmente, al caminar por la costa de Ketchikan y ver en lugar de autos estacionados, hidroaviones con nombres propios de “señoritas”, hacía inevitable el no meterse en la mismísima piel de Richard Dean Anderson en cualquiera de los miles de capítulos que tanto disfrutamos de Mac Gyver durante nuestra niñez.

Me habían dicho aquellos más conocedores que las similitudes geográficas entre el  “robo” blanqueado a los Rusos (sólo les costó 7.2 millones de dólares por el Estado más grande de los Estados Unidos) y Ushuaia eran casi idénticos, y la verdad que así es. Si cambiamos los choripanes al paso del cono sur por gringos comiendo hamburguesas, probablemente no sabríamos muy bien en cuál de las dos puntas del planeta estamos parados.

Lo que realmente une a ambos extremos del continente americano, es el crisol de habitantes que los componen. Ambas regiones están integradas por gente que harta de la gran ciudad, decide desafiar al hostigador sistema y se lanza en una aventura extrema de poblar un lugar inhóspito para aquellos acostumbrados a solamente inhalar smog, oír tráfico y ver carteles publicitarios de gran escala.

En Juneau me fui a navegar en canoa en un lago hasta el glaciar Mendenhall. ¡INCREIBLE! Remar en un apaciguado laguito con icebergs a los costados hasta alcanzar esa pared de hielo similar al Perito Moreno (más corto, pero más alto) en PLENA ALASKA es algo que jamás voy a olvidar.

Miles de historias de David Crockett recorrieron mi fascinada cabecita, que entre la llovizna que caía y las nubes bajas que se asomaban entre los pinos a mis laterales hicieron este día único e inolvidable. ¡QUE BUENO QUE ES ESTAR VIVO! Finalmente, al llegar a tierra firme, una tablita de quesitos y embutidos regionales remataron una jornada perfecta.

Todas esas imágenes bombardeadas desde nuestra pubertad producto a una sobreexposición a mega producciones hollywoodenses: SON VERDAD (no podemos escapar).