Un lugar increíble llamado “Giant’s Causeway” me hipnotizó por completo. Miles de piedras de forma hexagonal forman una especie de juego de ingenio rocoso maravilloso. El padre originario petrográfico del Jenga mostraba su imponencia desde cada ángulo. Fue en ese mismo lugar donde por 1973, se inmortalizó lo que sería la portada de un capítulo más de la biblia del maldito rock. El quinto álbum de Led Zeppelin es una obra de arte de principio a fin: el sonido contundente, los arreglos exquisitos de Jimmy Page y esos gritos furiosos de Robert Plant. Pero si a la magia auditiva le faltaba algo más, la mística de una fachada enigmática la completó: La fotografía de un grupo de niñas y niños rubios pelilargos, desnudos y de espaldas, escalando aleatoriamente los bloques de esa maravilla natural. Hasta ahí había llegado. Abrí bien los ojos y observé el contexto. De entre mis pertenencias, abrí la mochila y tomé ese mismo disco de vinilo, retratando así una réplica fiel de la foto de tapa, en ese exacto lugar, conmigo presente; 42 años más tarde. Ese grabado que vengo viendo desde antes de nacer, de esa época donde no había ni cable ni internet ni nada; donde para averiguar de tus bandas favoritas, uno debía juntarse a charlar con personas reales (esas de carne y hueso), revolver en bateas de discos diseminados por locales de galerías lúgubres y leer algún que otro artículo en revistas especializadas. Todo era misterioso y estaba movilizado por la simple pasión. Un tocadiscos y vinilos; TDK’s de 90 minutos y un radio grabador doble casetera para compartir la magia con ese otro compañerito rebelde del colegio. Todo era válido para despegar de la realidad. Hoy me metí por un ratito dentro de la magia.
Houses of the Holy / Led Zeppelin 1973 – Bitacora Bizarra / Al Memín 2015