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Tradiciones que no se apagan

La calle peatonal Sovietskaya del centro de Brest, Bielorrusia tiene una particularidad que parece salida de algún clásico de la literatura. Cada anochecer, a lo largo de la misma, un farolero va con su escalerita encendiendo cada lámpara con kerosene. En el siglo XXI, en la era del led y la internet, un señor que desafía los años sigue llevando a cabo esa tarea con historia. En invierno o en verano, con nieve, bajo la lluvia o celebrando la navidad, el portador del encendedor a su paso, va prendiendo una veintena de faroles. Inmediatamente me acordé de aquella persona en Mar del Plata que realiza una función similar: el “cambiador de la fecha con piedritas de colores” frente a la Catedral sería su homónimo latinoamericano. El tipo arranca con sus moldes y acomoda pacientemente cada número, cada día y cada mes para que los peatones no pierdan la noción del tiempo. ¿Podría haber un cartel electrónico realizando la misma tarea? – Seguramente – ¿El sistema sería más eficiente, aportando además la temperatura en tiempo real e información general? – Totalmente – ¿Preferirías eso? – NUNCA –

El encanto está en pensar que hay una persona que se levanta muy temprano o se acuesta muy tarde para que vos sepas que día de la semana es o bien, puedas caminar iluminado durante la noche. Las tradiciones son eso. El folclore no tiene lógica frente al avance tecnológico. Eficiencia, eficacia, ahorro, etc. no los quiero…¡yo prefiero al FAROLERO y al CAMBIA FECHAS siempre!

De eso va la magia. De seguir creyendo en las tradiciones en tiempos donde las mismas son casi vistas como una mala palabra.