Contemplaba los mensajes astrales dibujados en las ondas solares y un sinfín de reflexiones ahondaban en mis pensamientos. Me subí a un barco para navegar 3 años alrededor del mundo. Volví a Argentina para continuar viajando por toda América. Me vine a vivir a Medio Oriente para conocer lo que me faltaba. Descubrí 99 países y en todo ese mismo tiempo, el Poroto Cubero nunca dejó de jugar en Velez.
Hay gente que no se manifiesta como un ejemplo de “cambio”.
Me acordaba de la Aurora Boreal de anoche. Aun sin salir de la fantasía, me absorbía el paisaje nevado a mi alrededor. Frente a mi, uno de los lagos más grandes de Suecia, completamente congelado. Debajo de mis pies, uno de los centros de ski más al norte de mundo. Dentro de mi ser, una felicidad enorme al estar surfeando una ola de hielo sin fin. En mis oídos sonaban los eternos Ramones. Un tímido sol se asomaba en el ártico para machacar un poquito esa mortal sensación térmica de -15 grados. Mi alegría fue demasiado. Todo era perfecto (incluso el frío). Tuve que parar la marcha, bajarme de mi tabla y gritar bien fuerte: ¡GRACIAS UNIVERSO!