Un viaje hermoso. Una parada en Santa Mónica para disfrutar de sus playas y su belleza. Una carretera escénica con acantilados impresionantes, ballenas a la distancia y colores eternos, daban forma al camino conocido como BIG SUR. En un abrir y cerrar de ojos, arribé a San Francisco. Un puente Golden Gate que nunca lo vi (a pesar de pasar sobre el mismo) producto de una intensa niebla. Un mareo repentino debido a mi miedo a las alturas y la cantidad de autopistas elevadas sobre las nubes por las cuales tuve que manejar. Un barrio lleno de homeless, narcos, prostitutas y un cartel que leía en el mini shop donde fui a comprar un agua mineral: «Por favor no apoye su arma sobre el mostrador de vidrio». ¡¡Una nueva ciudad me recibe de brazos abiertos!! (la vida es un Ying & Yang).